Vivimos en una sociedad que duerme cada vez menos.
Actualmente, las personas duermen en promedio 6.8 horas por noche, en comparación con las 9 horas que se dormían hace un siglo. Además, cerca del 30 % de los adultos reportan dormir menos de 6 horas cada noche.
Esta tendencia no solo genera cansancio, sino que también tiene efectos profundos sobre nuestro metabolismo, el peso corporal y la salud en general.
El sueño y su papel en el metabolismo
El sueño no es solo descanso. Durante la noche, el cuerpo realiza procesos esenciales para regular las hormonas, reparar tejidos y mantener el equilibrio metabólico.
Dormir bien ayuda a controlar el azúcar en sangre, las grasas y el apetito. Por el contrario, la privación o mala calidad del sueño altera estas funciones y puede aumentar el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2, obesidad e hipertensión
Cómo el sueño influye en el uso de la glucosa
Durante el sueño, el cerebro utiliza menos glucosa, lo que contribuye a una reducción natural del metabolismo energético. Sin embargo, este proceso se altera cuando dormimos poco o de forma irregular.
Estudios han demostrado que, dormir solo 4 horas por noche durante seis días, el cuerpo reduce hasta un 40 % su capacidad de usar la glucosa y presenta una menor respuesta de insulina.
“El cuerpo empieza a comportarse como si tuviera una resistencia a la insulina, una condición relacionada con la diabetes”
¿Qué pasa cuando no dormimos bien?
- Aumenta el hambre: se come más y se gasta menos, tras una noche de desvelo, las personas tienden a comer más al día siguiente, pero gastan menos energía por el cansancio.
- Se altera el control del azúcar: la falta de sueño hace que suba la glucosa y baje la insulina, dificultando mantener los niveles normales de azúcar en sangre.
- El reloj biológico se desajusta: nuestro cuerpo tiene un ritmo circadiano que regula cuándo dormir, comer y digerir, si este reloj se descoordina, puede afectar a la digestión y el metabolismo.
¿Por qué la falta de sueño favorece el aumento de peso?
Dormir poco activas zonas del cerebro relacionadas con el hambre y la búsqueda de comida, especialmente alimentos dulces y grasosos.
El cuerpo interpreta el desvelo como una señal de estrés o alerta, por lo que busca energía rápida (azúcar y grasa); Además, durante la noche las hormonas digestivas funcionan más lento, por lo que la comida se procesa peor y se almacena más fácilmente como grasa.
En conclusión…
Dormir bien no es un lujo: es una necesidad biológica.
El sueño regula el metabolismo, el apetito y la forma en que el cuerpo usa la energía, el reloj interno y el uso del azúcar.
Mantener horarios regulares de sueño, alimentación y actividad física es una de las estrategias más simples y efectivas para cuidar la salud integral.
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